Solo abrazé a mis hijos y rezé
SAN PEDRO, Misiones (De una enviada especial).- "El ruido era ensordecedor, como si hubiera cien aviones de guerra en el cielo. Estábamos a oscuras porque se había cortado la luz. abracé fuerte a mis ocho hijos y a mi mujer, y nos pusimos a rezar".
Juan Cordeiro Chagas tiene 40 años, pero cualquiera le daría 30 años más. Está recostado en una habitación del Hospital de San Pedro. Tiene toda la cara lacerada y cortada por una chapa que actuó como una hoja de afeitar. Además, su cuerpo soportó el impacto de tablones y tejas. Y las astillas de la corteza de los árboles se le incrustaron como clavos en la piel. Pero el dolor físico, dice, es lo de menos: "Dios me ayudó. cuando levanté la vista, ya no tenía más casa. Pero mis hijos quedaron a salvo", cuenta con entereza.
La mayor virulencia del tornado no duró más de 10 minutos, revela. A las 20.30 del lunes, comenzó a granizar muy fuerte; durante el día había hecho un calor sofocante. La templanza de Juan luego se desvanece: "Mis rezos no alcanzaron para salvar a mis dos nietas: Laura y Priscilla, de 2 y 3 años", se lamenta.
Las niñas, que fueron sepultadas ayer, luego de un velatorio comunitario con otros tres niños, vivían con su madre a 300 metros de su casa.
En una cama contigua, María Lídia Bielas, de 57 años, tiene una doble fractura en el homóplato. Cuenta que un árbol autóctono se desplomó en el medio de su casa. Parte de la copa se detuvo en la heladera y eso la salvó. "Quedé atrapada -relata- en el triángulo que se formó entre la heladera y el árbol. Lo que más recuerdo es el ruido, porque en un momento me desmayé. Sentí que se venía el mundo abajo y grité para avisarle a mi hija y a mi nieta que se pusieran a resguardo", le cuenta a LA NACION.
Enrique y Silva Lovera, un padre y una hija que vivían juntos en una casilla de 7 por 8 metros, no tienen ni un rasguño. Pero su casa hoy se redujo a madera color carbón. Silvia estaba calentado agua en un hogar a leña para bañarse cuando llegó el tornado. El techo de madera se desplomó de un tirón. Una carreta voló y aterrizó en la sala. Las tablas del techo y la carreta se mezclaron con el fuego, que cobró la fuerza de una hoguera. Ayer, ambos hurgan entre los restos de sus pertenencias calcinadas, en busca de algo que haya quedado a salvo.
Tras el paso del trágico tornado que dejó diez muertos en Misiones, Horacio Fariña, un lector de lanacion.com que recorrió la zona afectada, envió el testimonio, que se transcribe a continuación:
"Yo estuve desde muy temprano en la zona afectada. Realmente es impresionante ver la destrucción que dejo este fenómeno. Destrozos esparcidos por el monte, casas que fueron arrancadas de cuajo y literalmente desaparecieron, animales muertos por doquier y todo el sufrimiento humano que uno nunca se imaginó.
"Hay que tener en cuenta que la zona queda sobre una ruta nacional (la 14, llamada ruta del Mercosur) que, desde San Pedro hasta que finaliza llegando a Brasil, todavía es de tierra, lo que dificultó, en esta ocasión, el trabajo de toda la gente que se movió para socorrer en todo lo que hacia falta. El camino sin asfaltar, además, dificulta desde hace mucho tiempo la vida y actividad de toda la gente que vive, estudia o trabaja en esa zona.
"Como si todo esto fuera poco, en la zona hay solo un teléfono fijo y no hay señal de celulares lo que hace aun más difícil la comunicación.
Es una zona que desde hace mucho tiempo sufre muchas carencias que ahora se ven agravadas por esta inusual situación.
"Lamentablemente, para que se conozca toda esta situación, tuvieron que morir diez personas y muchas otras quedar heridas, y el trabajo de años de un montón de gente destruido en pocos minutos.
"Espero que, por lo menos, esto sirva para que las autoridades nacionales tomen cartas en el asunto y realicen las gestiones necesarias para lograr el asfaltado de la ruta nacional 14, la instalación de teléfonos fijos y las antenas para celulares, la estructura edilicia de las escuelas. El colegio que existía en la zona literalmente desapareció, y las escuelas de los parajes cercanos distan mucho de reunir las condiciones ideales para cumplir con las funciones que se le asignan.
"Creo que va siendo hora que las autoridades nacionales tomen nota de estas situación y de la que viven y padece millones de argentinos del interior del país."
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